Ayer finalizó una nueva jornada de Copa del Rey que nos deparó el cuadro final que tendrá lugar en cuartos de final. Un cuadro con eliminatorias atractivas como el derbi local de Valencia entre el conjunto che y el Levante, el nuevo capítulo del sueño copero del Mirandés o una nueva versión del clásico del fútbol español entre el Real Madrid y el Barcelona.
No obstante, y pese a ser una competición que nos brinda un torbellino sin igual de sensaciones, no acaba de satisfacerme por completo. Quizás sea por la continua comparación continua que se establece con el formato de competición de la copa en otros países (sobre todo en Inglaterra) o por el poco respeto que muestran muchos equipos de nuestro fútbol por la Copa del Rey con actitudes de pasotismo total y un incomprensible popurrí de cambios en cada encuentro. Una competición antaño especial y apasionante pero que ha ido perdiendo atractivo en los últimos años hasta convertirse en “una distracción para la liga” para muchos conjuntos.
Y es que en mi opinión, este formato de eliminatoria a doble partido hace que gran parte de los equipos utilicen la Copa del Rey para dar descanso a sus titulares sabiendo que posteriormente tendrán un encuentro de vuelta para arreglar un hipotético desaguisado. Un sistema de competición implantado por gran parte de los “tiburones” de nuestro fútbol que no hace más que devaluar el torneo y que, para más inri, no es aprovechado por muchos equipos que caen frente a rivales de mucha menor entidad en una eliminatoria a doble partido y con la vuelta en su estadio.
Esta copa me ha servido para gozar del fútbol con equipos como el Mirandés o el Albacete y mi admiración por ellos es encomiable. Pero, ¿Qué debemos pensar los aficionados al ver a estos equipos ganar sus eliminatorias en estadios como el Madrigal o el Calderón donde han sucumbido grandes escuadras europeas? Sin desmerecer en absoluto la gesta de los equipos modestos, este tipo de SORPRESAS (obviamente, con mayúsculas) son producto del poco interés que muestran muchos equipos por la Copa del Rey. El mismo poco interés que mostraron los jugadores de la Real Sociedad al permitir que les endosaran 4 goles en siete minutos. Si estuvieran jugándose las semifinales de la Champions League seguro que hubieran sabido cómo detener esa sangría, ¿no?.
Como aficionado al fútbol a mí también me gusta disfrutar de los mejores jugadores y equipos. Pero esa misma afición me hace ver que si la copa fuera a un solo partido, Levante y Español hubieran caído ante dos conjuntos de segunda división como Alcorcón y Córdoba, así como el Athletic de Bilbao hubiera debido jugar una prórroga merecida completamente por el Albacete. Y repito, me gusta el fútbol y disfruto con los grandes partidos. Pero no así. No a costa de poner palos en la rueda del carro más débil para que el bólido más rápido consiga la victoria conduciendo al ralentí.
En mi opinión, el formato que debería adoptar nuestra copa debería asemejarse al modelo inglés: partido único y sorteo de campo. Una competición que se mostraría linda, limpia y donde todos los equipos deberían ponerse el mono de trabajo. Y el que no lo hiciera, quedaría eliminado. No quiero ganadores por decreto, sino por mérito. Solo así se recuperara el verdadero espíritu de la expresión “noche copera” que hace años perdimos.