domingo, 8 de enero de 2012

El ego como antítesis de la profesionalidad

Cuando escuchamos hablar a cualquier persona de fútbol y se les pregunta sobre los éxitos conseguidos por él o por su equipo, sus palabras suelen ir encaminadas hacia el valor del colectivo por encima de todo y por la unión del vestuario como motor principal de un conjunto. Un vestuario que cumple estas dos premisas es lo que solemos llamar un vestuario “sano”. No obstante, y aunque todos los que en él se dan cita son profesionales, no podemos olvidar que en los vestuarios de los grandes equipos confluyen tremendos jugadores con técnicos de renombre. Personas que, en algunos casos, tienen el ego acorde con la calidad y el talento.

Este virus que empieza por dañar la credibilidad de cualquier profesional y puede acabar terminando con la estabilidad de un vestuario entero se está propagando esta temporada en el vestuario de tres de los grandes de la Premier League: Manchester United, Chelsea y Manchester City. Equipos que, en los últimos meses, aparecen más en los tabloides por los roces entre los componentes de su vestuario que por los méritos deportivos. Una inestabilidad que les está llevando, junto a otros factores, a estar realizando una temporada decepcionante.

Quizás el caso que en la actualidad esté tomando más relevancia sea el de André Villas Boas en el vestuario del Chelsea. Un vestuario lleno de jugadores veteranos que sienten como una falta de respeto el trabajo que el técnico portugués está realizando para “rejuvenecer” la plantilla. Aunque quizás el episodio que evidencia de una manera más clara la rotura existente entre el entrenador y un núcleo duro del vestuario sucedió cuando los más veteranos del lugar quisieron realizar una comida de despedida para el “desterrado” Anelka en la ciudad deportiva y este acto de compañerismo fue vetado por Villas Boas. Un gesto que no gustó a los Lampard, Drogba, Terry y compañía y que, lejos de hacerle ganar respeto al portugués, le hicieron perder el poco crédito que hasta el momento ha acumulado. No hay que olvidar que llegó con la vitola de sucesor de Mourinho y los resultados no están siendo los esperados. Su equipo se encuentra en una decepcionante cuarta posición a 11 puntos del liderato y el juego exhibido no pasa de ser ramplón y sin demasiadas alternativas en ataque.


Otro equipo salpicado constantemente por este tipo de debates es el Manchester City. Un vestuario confeccionado a golpe de talonario donde convive una plantilla formada por 22 jugadores que se sienten titulares o, en su defecto, mejores que el que está jugando en su lugar. Un vestuario de por si complicado que está siendo llevado por un técnico con ciertas ganas de complicarse la vida. Así, no solo está desaprovechando la calidad de un jugador como Tévez sino que está demostrando una escasa ética profesional para tomar decisiones. Me resulta un tanto inquietante que un jugador como Balotelli que aparece fumando y con actuaciones irrespetuosas cada semana se haya ganado la confianza de Mancini y que Sergio Agüero o Dzeko deban pasar un examen de actitud y compromiso cada semana. La realidad es que el City está realizando una buena campaña en la Premier League aunque esperada por el potencial de su plantilla, pero ha caído eliminado a las primeras de cambio en la Champions League. Una eliminación que se fraguó en la derrota ante el Nápoles en San Paolo donde, por cierto, Agüero tan solo disputó 8 minutos del partido por decisión técnica de su entrenador. Una decisión incomprensible desde el punto de vista técnico y que, de haberse justificado por cualquier tema de indisciplina, no era el momento de tomarla. Primero el equipo debía clasificar y para ello necesitaba al Kun, luego ya vendría el correctivo.


Por otro lado encontramos al técnico más laureado de la historia de la Premier League, Sir Alex Ferguson. Un entrenador destacado por su longevidad en el banquillo de Old Trafford y por la infinidad de títulos que ha conquistado al frente de los red devils, pero también por la enorme cantidad de problemas que ha tenido con grandes jugadores que han estado bajo sus órdenes. Todavía se recuerda el “zapatillazo” que propinó a Beckham o los continuos rifirrafes que mantuvo con Cristiano Ronaldo.

Esta temporada la mano de hierro del técnico escocés ha recaído sobre Wayne Rooney. Unos problemas derivados de la no renovación del ariete inglés con el Manchester United y por las desavenencias que ambos han hecho públicas a lo largo de la temporada. La realidad es que ambos se necesitan: el ManU sin Rooney escasea de talento y capacidad goleadora, y Rooney necesita disputar minutos para demostrar que es uno de los mejores delanteros del mundo. Y con el Manchester United eliminado de la Champions League tras la debacle de Basilea y siendo segundos en liga tras su vecino de ciudad, Ferguson no está en situación de desaprovechar el talento del ex del Everton.


Con todo, jamás podremos saber cuáles son los problemas reales que suceden en cada vestuario. Aunque la única realidad es que todos sus componentes son profesionales y como tal, le deben rendir cuentas a la empresa. Salvo excepciones dramáticas, pienso que el hecho de anteponer el ego personal al bienestar del equipo es un error que se repite en demasiados equipos de fútbol. En mi opinión, las cosas no pueden zanjarse sin pensar las consecuencias y cada profesional debe cumplir su papel durante los 10 meses de competición. A final de temporada, cada cual que aguante su vela. Mientras dure la temporada, el equipo está por encima de todos. Entrenadores y jugadores.  

1 comentario:

  1. hola amigo, me encantaría realizar intercambio de links contigo, mi blog es

    http://www.futbolistasconhistoria.blogspot.com

    saludos!

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